viernes, 22 de agosto de 2014

El esplendor barroco reaparece por sorpresa en la plaza de San Juan de Dios


Entre demoler un edificio barroco declarado ruinas y recuperar una joya de nuestro patrimonio suele haber una delgada línea roja. 

Esta línea, que condena a la piqueta o salva para la posteridad nuestros edificios históricos, es mucho más delgada de lo que pensamos. Aunque solemos culpar a los propietarios de la dejadez y abandono de nuestra arquitectura vernácula, (con las consiguientes demoliciones, que en la zona con protección BIC ha supuesto la pérdida de casi el 75% de los edificios históricos, según datos propios), no siempre toda la culpa debería recaer en ellos, ya que muchas veces se trata de falta de asesoramiento de calidad. Y en esta falta de asesoramiento incluimos tanto a profesionales colegiados como a técnicos de la Gerencia de Urbanismo, quienes en más de un caso -y así nos consta- han recomendado la demolición cuando el edificio era totalmente recuperable.

Estado de la fachada en enero de 2014.

La prueba la tenemos en la plaza de San Juan de Dios, donde un precioso edificio barroco ha dormido el sueño de los justos durante demasiado tiempo. Y si bien parecía ser el candidato ideal para que cualquier empresa de demoliciones lo hubiera arrasado en una mañana (malvendiendo los elementos más interesantes como rejas, tejas, columnas, etc.) finalmente la propiedad ha tomado la decisión más acertada para sus propios intereses y para el de los malagueños: REHABILITAR.

Sí, rehabilitar el viejo edificio barroco para devolverlo a la vida. La opción más económica, más rentable y con más visión de futuro. Queremos pensar que la Oficina de Rehabilitación del Centro Histórico habrá dado todas las facilidades que se espera a una obra tan singular y que tanto los distintos servicios municipales así como Endesa y Emasa no habrán puesto ningún problema (de eso ya dudamos más, de hecho nos extrañaría cualquier tipo de colaboración visto muchos casos precedentes). Pero a la vista del resultado, no dudamos de que la intervención supondrá un empuje para este tipo de actuaciones, ya que hasta ahora todas las facilidades se daban para demoler pero no para rehabilitar. De hecho, el propietario que pretendía rehabilitar en Málaga tenía que sufrir lo indecible para conseguirlo y muchos desistían por el camino, tentados por la vía fácil de la demolición que la propia Administración impulsaba.

Por último, si en este caso al interés de la propiedad se le ha unido la probable colaboración muncipal, de lo que no nos cabe la menor duda es de que el profesional sobre el que ha recaído tan interesantísimo encargo, el arquitecto malagueño Antonio Díaz Casado de Amezúa, es uno de los más capacitados para llevarlo a buen puerto.

Y para muestra un botón, o varios:

Estado actual de los trabajos en la fachada de Los Mártires.

Recuperación de la decoración con ladrillo fingido, típica del barroco malagueño y que en otras ciudades sería un distintitvo singular.

Recuperación del revoco de almagre original del alero.